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lunes, 18 de abril de 2016

BATMAN V SUPERMAN: LA KRYPTONITA DE SNYDER

Uno de los títulos más esperados del año sin duda ha sido Batman V Superman: Dawn of Justice. El arranque del nuevo universo cinematográfico de DC concebido para sentar las bases de La Liga de la Justicia no ha dejado indiferente a nadie.

Variedad de opiniones frente a la película surcan la red tanto a favor como en contra: desde los que la califican de truño infumable hasta los amantes incondicionales de un título que ha intentado aglutinar una cantidad de personajes y referencias que quizá ha pasado factura a su acabado, consistencia y metraje.

Como pasaba en la anterior Man of Steel, la película tiene una decaída importante hacia la mitad del extenso metraje, lastrada por la hipertrofia de efectos, un guión más que inconsistente y una construcción de algún que otro personaje algo discutida. 

Después de todo el pifostio que se montó por la elección de Ben Affleck como el nuevo Batman/Bruce Wayne, este ha resultado uno de los mejor valorados por la crítica y el fandom en general, hasta el punto de que ya tiene luz verde para dirigir y escribir la nueva entrega del murciélago. Henry Cavill se queda en unas medias tintas en su papel de un Superman acomplejado y atónito, muy desdibujado y con poco desarrollo para ser un coprotagonista. Por su parte, Gal Gadot tiene una aparición estelar como la nueva Wonder Woman, salvando uno de los momentos más catastróficos en todos los sentidos, cuando la criatura Doomsday (el artífice de la muerte de Superman en la saga de cómics homónima publicada a principio de los noventa) se encuentra arrasando Metrópolis.

Una de las actuaciones menos que se ha acogido como muy poco acertada es la de Jesse Eisenberg dando vida a un joven Lex Luthor demasiado freak e histriónico, actuación que no desagrada del todo, pero que no tiene la presencia y el interés que la mente criminal más grande del siglo y archienemigo de Superman merece.

Lois Lane sale mejor parada que en la anterior Man of Steel; Amy Adams hace lo que puede con casi todo en contra y consigue encajar en el papel de la periodista del Daily Planet. Lo mismo ocurre con el nuevo Alfred; Jeremy Irons se limita a dar voz y cuerpo a un personaje reinventado (imposible la comparación con el de Michael Caine) que no destaca, pero que tiene algún momento regalado como extraño mentor de Bruce Wayne. Incluso la voz de la consciencia es oscura en este nuevo Batman. 



 


Snyder trata de crear una nueva y poderosa mitología; la de los superhumanos que viven en secreto entre los mortales destinados a salvaguardar el mundo de amenazas oscuras y poderosas, y lo hace parafraseando a Excalibur (John Boorman, 1981) desde el inicio del film, en el que vemos anunciada la película en los cines donde Bruce Wayne acude con sus padres la noche en que son asesinados, hasta en la imponente armadura de Batman, la lanza sumergida en el agua o el apoteósico final. Otra de las películas en exhibición la noche de la génesis del murciélago es The Mark of Zorro de 1940, con Tyrone Power.

Aunque le director haya sabido ganarse al lector de cómics trasplantando a la gran pantalla situaciones, personajes e incluso portadas y viñetas icónicas (los famosos "easter eggs"), que parecen servir de alivio en medio de un guión que flojea, la película no convence, e incluso el fan acaba en ocasiones en desesperada lucha consigo mismo obviando fallos de guión y situaciones descuidadas, inconsistentes o ridículas, para no perder la ilusión.

¿Ha creado Snyder su propio Doomsday, un monstruo fílmico aberrante capaz de sembrar el descontento a su paso? El que fuera director de 300 parece haber encontrado su propia Kryptonita, alejándose de las majestuosas y estéticas escenas de dicho título, montadas en diáfana cámara lenta. 

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